Desde tiempos inmemoriales, el árbol ha representado mucho más que un elemento de la naturaleza; ha sido un símbolo de fertilidad, regeneración y vida. Pero, ¿por qué decoramos un árbol en Navidad? Nos sumergimos en la fascinante historia que rodea la tradición de decorar un árbol durante la Navidad, una práctica que ha evolucionado a lo largo de los siglos y que fusiona creencias ancestrales con expresiones culturales contemporáneas.
Las raíces de esta costumbre se encuentran en civilizaciones antiguas, como los babilonios, quienes, ya en tiempos remotos, cortaban árboles, los adornaban y colocaban regalos bajo sus ramas. En la Roma antigua, durante las saturnales, festividades de invierno que tenían lugar en diciembre, las calles se iluminaban con decoraciones festivas. Los celtas y germanos, por su parte, celebraban los solsticios de invierno adornando robles con frutas y velas, un rito destinado a revitalizar al árbol y asegurar el retorno del sol y la vegetación.
La transformación significativa de esta tradición llegó con la influencia del cristianismo. La leyenda nos transporta al siglo VIII, en la región de Hesse, Alemania, donde un roble consagrado a Thor recibía sacrificios anuales durante el solsticio de invierno. El misionero Bonifacio, decidido a abolir esta práctica, derribó el roble y, al tiempo que leía el Evangelio, ofreció a la comunidad un abeto. Este árbol de paz, simbolizando «la vida eterna por sus siempre verdes hojas» y señalando «al cielo con su copa», marcó el comienzo de una nueva tradición: talar abetos durante la Navidad, decorarlos y celebrar fiestas en su honor.
Ahora, al adentrarnos en el siglo XXI, la tradición del árbol de Navidad sigue viva y vibrante. Pero, ¿cómo seleccionar el árbol perfecto y asegurar su esplendor durante toda la temporada navideña?
Consejos para elegir y cuidar tu árbol de Navidad
- Selección cuidadosa: Opta por un árbol sano con hojas verdes y frondoso. Rechaza aquellos con tonalidades amarillas o signos de sequedad y en caso de compra en maceta, verifica que esté correctamente enraizado.
- Riego Regular: Mantén la tierra del árbol húmeda, realizando riegos cada tres días para asegurar su vitalidad y frescura.
- Protección del Calor: Aleja el árbol de fuentes de calor directo como radiadores o estufas para prevenir el secado prematuro de las ramas.
- Humedecimiento de Hojas: Utiliza un pulverizador para humedecer periódicamente las hojas del árbol, preservando su frescura y brillo.
Y al llegar el final de la festiva temporada navideña, ¿qué hacer con nuestro apreciado árbol? La mejor opción es darle un nuevo propósito plantándolo en un jardín o, aún mejor, contribuyendo a iniciativas municipales que facilitan su recogida para replantarlo en parques o jardines locales. De esta manera, el ciclo de vida del árbol de Navidad se extiende, llevando consigo la magia de la temporada a nuevos rincones verdes de nuestra comunidad.
Así, el árbol de Navidad, en su esencia, sigue siendo un símbolo de esperanza, renovación y conexión con nuestras raíces culturales, llevando consigo la tradición y el espíritu festivo a cada hogar que lo acoge.
Guillermo Valle
Responsable del Departamento de Jardinería de Grupo Ocean